Campesinos, cuerpos devorados por la tierra y el olvido.

2000

Jairo Emilio Vélez  Ramiréz es el administrador de dos fincas en la vereda El Tigre en Bélen de Umbría, Risaralda. Este municipio ha sido tradicionalmente cafetero y hoy por hoy se mezclan con el café cultivos de plátano. Don Jairo lleva más de veinte años en estas fincas y ha visto cómo el  campo se está quedando sin mano de obra, cada vez es más difícil encontrar quien quiera trabajar la tierra. Esta problemática poco a poco empieza a crecer y en algunos años podría traer graves consecuencias para el país. ¿Cómo renovar la mano de obra campesina?

Lo primero es reconocer a los campesinos como sujetos especiales de derecho, sujetos que encarnan culturas y legados tradicionales, al tiempo que han sido una población que ha padecido la violencia y desprecio de la sociedad.

Para darle valor al trabajo en el campo es preciso garantizar derechos a la población rural, proteger a los hombres y mujeres que pasan los días en el campo, permitiéndoles acceder a salud, educación y un salario justo. Don Jairo ha dejado su vida en las laderas de estás montañas, trabajando de sol a sol, haciendo más de lo que le corresponde.