Un par de hermanos descienden de la montaña; son dos niños, parecen dos gotas de agua. El mayor tiene un gorro rojo que le cubre la cabeza del frío, el menor -como una gota más pequeña-— tiene otro gorro gris que le tapa también la cabeza, y le cubre las orejas. Ambos caminan despacio, uno parece tener una herida en un pie. No dejan de caminar. Vienen de una vereda llamada El Manzano, su destino es el corregimiento de la Florida en la ciudad de Pereira.
Allí otros jóvenes los esperan en el CineClub La Florida. Seis jóvenes de la zona rural de Pereira se han dado cita a lo largo de un mes para crear, escuchar y conversar alrededor del Informe Final de la Comisión de la Verdad. Estos chicos unos días se mueven por las calles del corregimiento tomando fotos, fijándose en los transeúntes que pasan; otros días, están al frente de un micrófono narrando una historia de perdón y reconciliación; hay días en que se los ve pintando sobre una mesa, tratado de darle color y forma a palabras tan desgastadas como: paz, reconciliación o territorio. Juegan, ríen, se conocen y miran a su alrededor.
Estos jóvenes hacen parte del proyecto Narradores de la Memoria (2024) que busca entregar a los jóvenes de las zonas rurales herramientas alrededor de la comunicación (pódcast, dibujo y fotografía) para interpretar su territorio en clave de las sugerencias del Informe Final de la Comisión de la Verdad. Para llevar a cabo esta idea, estos jóvenes adolescentes recibieron diferentes clases, sobre: El Informe de la Verdad, habilidades comunicativas, pódcast, fotografía e ilustración.
¿Con qué objetivo se busca articular la comunicación con el Informe Final de la Verdad? Narradores de la memoria es la apuesta por entregar herramientas de la comunicación a jóvenes campesinos. Con ellas se busca que puedan jugar y representar su territorio, interrogar y recrear las historias que están sembradas en cada uno de los parajes que conforman esas zonas rurales. Estos jóvenes son los narradores de la memoria de sus territorios.
Uno de los jóvenes al finalizar la clase de ilustración, cuenta que debe subir al páramo. Un viaje a lomo de caballo de más de cinco horas lo espera. Confiesa que va a llevar una cámara con la cual espera hacer buenas fotografías -— aprovechando lo que aprendió en el taller de fotografía-—. En su mirada, late el deseo de fotografíar el territorio, y escuchar las historias de las personas que vivieron o viven el conflicto.
Narradores de la memoria tiene su punto de partida en ese deseo juvenil de cuestionar y querer entender el mundo a través de una sensibilidad desbordada. Los canales que ofrece este proyecto para orientar esa sensibilidad parten de generar las preguntas alrededor del territorio que ayuden a descubrir esas historias que laten en los cultivos y que guardan un pasado de violencia, para esto fue esencial las recomendaciones de la Comisión de la Verdad para la no repetición del conflicto.
Al mismo tiempo que se interroga ese mundo verde que rodea a estos jóvenes, se les invitó a pensar las formas de la comunicación que se construyen en la cotidianidad a través del diálogo. Entonces, el diálogo y la escucha como ejes para introducir preguntas alrededor de la capacidad que tienen los jóvenes de comunicarse y la necesidad de mejorar este aspecto para atender a esa urgencia de construir territorios de paz.
Después de ese movimiento de pensar la comunicación y el pasado de los territorios estos seis jóvenes adolescentes fueron introducidos en el mundo de las narraciones sonoras, es decir, del pódcast. Pero para ser más precisos, esa introducción a ese universo de la voz y las historias que podemos representar y escuchar; en realidad fue la excusa para que los chicos se oyeran así mismos, a sus compañeros y a esos otros personajes imaginarios que inventaron para representar en un pódcast una de las tantas historias del conflicto. Oyeron, hablaron — con la dificultad que implica estar frente a un micrófono—, e imaginaron las historias que se pueden construir a partir de la voz y la memoria.
La sesión de fotografía tenía consigo la ansiedad de estos adolescentes por manejar una cámara y detener el tiempo con solo apretar un botón. Más que una clase los diferentes talleres se pensaron como un laboratorio de creación. Así los jóvenes después de escuchar las recomendaciones, de revisar algunos conceptos, de pensar lo que implica tomar una fotografía, salieron a caminar por el corregimiento de La Florida. Caminaron para pensar y tratar de capturar en una imagen cómo ese territorio puede ser un lugar de paz, cómo el contacto con la ruralidad y la naturaleza puede contrarrestar las diferencias que implica el conflicto. Cada fotografía de este especial es un segmento de la mirada de cada uno de los jóvenes que siente el territorio como un lugar de paz.
La última sesión fue la de Ilustración, y giró alrededor de ese deseo atávico de los seres humanos de representar el mundo con trazos, líneas y colores. Los chicos tomaron colores y lapiceros para jugar con ellos, para dudar y pensar alrededor de palabras tan usadas, pero que muchas veces no entendemos su significado. Volvieron a esos orígenes de la humanidad para tratar de darle forma a palabras tan maleables como lo son: perdonar, expresarse, aceptar la diferencia, entre otras.
El especial multimedia que van a ver recoge las miradas de jóvenes campesinos, pero más que sus miradas, condensa la sensibilidad, los sueños y las esperanzas alrededor de un futuro que no esté marcado por la guerra, sino por la paz. Los dos hermanitos que viven en El Manzano al finalizar una de los talleres se pierden en medio de las personas y ciclistas que llegan cada domingo a respirar un poco de aire puro y tener, por un momento, algo de paz.
Ha sido el paso del tiempo el que ha enseñado a la comunidad de La Florida que, aunque hayan transcurrido mil días de guerra, cualquier día es una oportunidad para reencontrarse con el sentimiento de paz que este territorio ofrece.
En este lugar, el tiempo y la tranquilidad se entrelazan, va sin premura aunque sea cambiante, acogiendo a todos aquellos que llegan a aportar a la reparación con el campo, con la naturaleza.
Esta serie fotográfica explora la relación del territorio como portador de memoria, exaltando su entorno como fuente de vida y sustento, gracias a las aguas que descienden de sus montañas.
Fotografías realizadas por las y los jóvenes que hicieron parte de Narradores de la memoria 2024.
Dirección general: Christian Camilo Galeano
Coordinación general y dirección de contenido: Jessica Arcila Orrego
Formador Informe Final CDLV: Abelardo Gómez
Formador ilustrador: Laura Henao
Formador fotografía: Vladimir Encina
Formador pódcast: Diego Alejandro Arcila Orrego
Realización audiovisual: Insign
Diseño gráfico: Frances Astaiza
Montaje Web: Harrys Tapasco
Apoyo logístico: Luisa María Orrego
Guía de campo: Juanita Torres
Sede espacios de formación: Cine Club La Florida
Juan Pablo Arroyave, Diego Hoyos, Susana Toro, Ana Lucero Toro Soto y Camilo del Mar.